Feliz nochevieja, mis queridos lectores. Normalmente comienzo mis entradas saludándoos, contándoos mi vida, o utilizando simples fórmulas ya hechas, que se suelen repetir una y otra vez en cualquier texto escrito.
Pero hoy no, hoy empiezo felicitándoos, y seguramente os parecerá normal, pero yo no escribo sobre cosas normales, ¿no creéis?
Ahora mismo debéis estar pensando todos que se me ha debido ir la pinza o algo así, pero veréis como poco a poco todo comienza a cobrar sentido.

Como sabréis, el cerebro humano es muy inteligente, y es capaz de borrar todos los recuerdos negativos, dejando entrever tan sólo aquellos positivos y felices. Por tanto, sería razonable pensar que al final del año deberíamos evocar tan sólo los mejores momentos de esos 365 días.
Y aquí va el quid de la cuestión: si sólo recordásemos los buenos momentos, tendríamos una buena y verdadera razón para denominar al último día del año como FELIZ.
.jpg)
De lo que se trata es de que, por una noche, todos olvidemos los problemas y los malos momentos del año, para centrarnos en los buenos. Porque todo lo malo ha merecido la pena por un poco de lo bueno, y por tanto, también tenemos que saber disfrutarlo.
Así que ya sabéis, coged vuestros tres recuerdos y cuando den las campanadas no os pongáis nerviosos por si os atragantáis con las uvas, porque ya sabéis que os va a pasar; no os preocupéis por si no lleváis lencería roja, porque al presentador de TVE le va a dar igual; y no os estreséis por las copas de más, porque al día siguiente vais a tener resaca, que en estas fechas hasta el champán es de garrafón. Simplemente relajaos, porque es una noche última, es una noche divertida, es una noche feliz. Feliz nochevieja.